Dos bocas

Dos bocas de metro en un día de invierno. Las bocas de dos pescados. Las bocas de dos cavernas. Una boca que te engulle. Otra boca que te traga. Dos bocas. Una boca grande, otra boca eterna. Dos bocas paralelas. Igual de húmedas, igual de oscuras. Igual de anchas, igual de duras. Una boca que lame, otra boca que muerde. Una boca que te besa, otra boca que te hiere. Dos bocas de perro, dos bocas de asfalto. Una boca, un agujero. Una boca, un camino nuevo. Dos bocas que se encuentran en un día de invierno. Bocas profundas y silenciosas. Bocas de frío y de hielo. Dos bocas de papel. Dos bocas de hierro. Dos bocas de mostaza. Dos bocas de pan negro. Pan con dos bocas de invierno. Bocas que se roen y se desgastan. Si besasen de forma básica, no basarían sus besos en huesos. Huesos y bocas. Bocas y besos. Dos bocas. Una brillante, otra de piedra. Si las bocas son de aire, hay lugar para las lenguas y también para los besos. Besos de dos bocas y de dos lenguas, con un chorrito de limón y una ramita de eneldo. Son dos bocas que vuelan. Si pesan, sueltan dientes. Dientes de bocas silentes de invierno y de besos. Son besos de hueso.

¿Cómo pueden llegar a encontrarse dos bocas de metro en un frío día de invierno? Las bocas de los peces no se besan, se engullen unas a otras como si fueran cavernas. Dos bocas de dos peces que son dos grutas eternas. Vastas y perpetuas. La humedad, la oscuridad. Dos bocas igual de anchas que lamen, que muerden, que besan, que hieren. Dos bocas que se atrapan. Bocas que son agujeros. Dos bocas de asfalto que encierran caminos nuevos para llegar hasta el hielo. Hielo con pan. Hielo con hierro. Hielo con mostaza, papel y besos. Besos brillantes de piedra. Besos y dientes y lenguas que son de dos bocas. Dos bocas con zumo de limón y eneldo. Dos bocas que vuelan montadas en un hueso perseguido por los perros.