Entró una mujer y se sentó frente a mí. De vez en cuando se cruzaban nuestras miradas. Pero qué bonita es, pensé. Empecé a ponerme nerviosa. Nunca me había pasado antes. De repente, no pude contenerme y, cuando el tren paró y se abrieron las puertas, me levanté y me fui hacia ella. Eres guapísima, le solté.
Ella me miró con cara de sorpresa. Yo salí del vagón sin esperar a que dijera nada. Me llevaba la euforia. Caminé por el andén hasta que el convoy desapareció dentro del túnel, y luego me senté en un banco a esperar el próximo tren. Me faltaban cinco estaciones para llegar a mi destino. Empecé a sentir vergüenza.
Publicado por Ana Blé el 18 de mayo de 2014
https://elgabinetediploide.wordpress.com/2014/05/18/impulso/